Por: Javier Soto Choy
Lo que empezó como una modestísima manifestación espontánea de ciudadanos descontentos por décadas de un desastroso manejo de Cuba, por el gobernante Partido Comunista, en la localidad de San Juan de los Baños, se replicó en menos de 24 horas a más de sesenta ciudades de todas las provincias de la isla, tomando por sorpresa al régimen del presidente, Miguel Díaz-Canel.
El pedido de «Patria y Vida» de los movilizados, mayoritariamente jóvenes, entraña el hartazgo de la población cubana, que ha perdido el miedo a la dictadura de La Habana, extendiendo sus reclamos inmediatos a la restauración de las libertades conculcadas por el castrismo.
El gobierno comunista, atrincherándose en sus anacrónicas posiciones ideológicas, ha respondido con la movilización total de sus aparatos represivos, incluyendo al propio Ejército, para copar las calles y sofocar al precio que sea, esta inédita protesta ciudadana.
Díaz-Canel ha ido muy lejos al convocar a sus partidarios a enfrentarse al pueblo de Cuba, al que denomina «contrarrevolucionario», abriendo así la Caja de Pandora de una eventual guerra civil, decisión irresponsable que ha generado el rechazo absoluto de la comunidad internacional.
El estallido social del domingo 11 de abril, es el más grave sucedido en la Cuba revolucionaria. Incluso mayor aún que el denomino «maleconazo» de 1994, cuando se produjeron otras protestas similares, debidas al hundimiento económico causado por el fin del subsidio de la ex Unión Soviética, las cuáles fueron ferozmente disueltas por Fidel Castro y sus cuerpos represivos. Sin embargo, esta vez la crisis social y económica es de tal magnitud en la isla, que el pronóstico es más que reservado.
14/07/2021